Las excentricidades e idas de olla de Britney Spears no sólo responden a su consumo de alcohol, drogas y estupefacientes, es algo que lleva en los genes. La versión yanki de la revista Rolling Stone ha realizado un exhaustivo reportaje de investigación sobre su pasado, y del resultado se pueden extraer auténticas joyas no aptas para [...]
Las excentricidades e idas de olla de Britney Spears no sólo responden a su consumo de alcohol, drogas y estupefacientes, es algo que lleva en los genes.
La versión yanki de la revista Rolling Stone ha realizado un exhaustivo reportaje de investigación sobre su pasado, y del resultado se pueden extraer auténticas joyas no aptas para los bolsillos más humildes.
De toda la información recolectada, lo más impactante es lo referente a sus operaciones estéticas. Al parecer, Britney sufrió el típico complejo de tetas esmirriadas en su adolescencia, por lo que pidió permiso a su madre para colocarse unos implantes. Ésta cedió por el “bien” de su hija y posteriormente pasó por el quirófano.
Pero claro, el desarrollo natural de la anatomía de la jovencita que nunca llegó a madurar, hizo que tuviese que volver a pasar por el quirófano para quitarse las siliconas, pues sus tetas estaban creciendo por debajo de éstas.
Qué diferente habría sido todo si la hubiesen encerrado en un sótano educativo.
Fuente: Los 40 Principales.
Source: www.marujeo.com
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